Domus Sophiae
mosaicos
tesela a tesela...
Mosaico
La palabra mosaico proviene etimológicamente de la palabra griega “musa”. Según el historiador griego del S.II Pausanias, al principio las musas fueron tres: Aedea (el canto, la voz), Meletea (la meditación) y Mnemea (la memoria).
Juntas representaban las precondiciones del arte poético en la práctica del culto religioso. En el antiguo mundo clásico griego el arte de los mosaicos era tan representativo y hermoso que podía estar inspirado en las musas.
El mosaico, el arte de pintar con piedras…
Definir el Mosaico:
Decoración de una superficie, conseguida a partir de trozos de piedras de distintos tamaños y colores o de otros materiales como cerámica o pasta vítrea. El término que se utiliza para identificarlo proviene de opus musivum que se usaba para designar las decoraciones realizadas con esta técnica. Los romanos construían los mosaicos con pequeñas piezas cúbicas llamadas teselas.
La palabra tesela viene del latín tessellae, que a su vez viene del griego y significa, cuatro. Las teselas se elaboraban con sumo cuidado y en diferentes tamaños y colores para que el artista pudiera colocarlas según el dibujo a modo de puzzle y aglomeradas con cemento.
Historia del Mosaico
El arte musivario se conoce desde hace miles de años, aparece y desaparece en diferentes épocas de la Historia del arte. Es muy utilizado durante algunos periodos históricos y en otros apenas aflora, para volver a reaparecer en otras épocas con más fuerza.
Posiblemente el primer mosaico de la historia, hecho con cilindros pequeños y conos, lo encontramos en Mesopotamia, en el templo de Uruk (la actual ciudad iraquí de Warka), construido entre el 3800-3400 a.C.
En Warka-Uruk tenemos algunos edificios y santuarios cuyos muros se decoraron con revestimientos que consistían en una decoración romboide, dando aspecto en zigzag generado por decenas de miles de pequeños conos o agujas cerámicas, cocidas en horno y sumergidas en tintas de colores, rojo, negro y el propio de la arcilla. Estos conos puntiagudos de dos centímetros de diámetro de base y más de doce centímetros de longitud se encastraban en la gruesa capa de mortero de barro y en la capa superficial de yeso mostrando su base cuadrada.
También pertenece a este periodo histórico la técnica decorativa con ladrillos esmaltados y vidriados utilizada en la famosa Puerta de Ishtar.
En la Grecia Clásica, los mosaicos se emplearon desde muy temprano en pavimentos compuestos por guijas de río de distintos tamaños y colores con los que se diseñaban motivos geométricos. En la ciudad de Pella, que fue capital del antiguo reino de Macedonia, encontramos bellos diseños con figuras en los que se utilizan guijarros de colores de matices muy delicados. Solían ser con un fondo oscuro y el resto de tonos más claros, delimitados con tiras de plomo o cerámica (Caza del Ciervo).
Las primeras teselas datan del siglo IV a. C., donde empezaron a sustituir a los guijarros. Eran fragmentos de piedra tallados en forma de cubo, por lo que podían colocarse más juntas logrando imágenes de mayor precisión. Algunas teselas, incluso, eran pintadas para conseguir una mayor gama cromática.
Ya en el periodo Helenístico el mosaico alcanza un gran desarrollo, difundiéndose y empleándolo para todo tipo de formatos. Aparecen nuevos temas, como aquellos que suscitaba la fascinación por la cultura egipcia. Suelen ser paisajes en los que abundan la flora y la fauna asociada al río Nilo (nilóticos).
Sobresale el magnífico ejemplar conservado en el Palacio Barberini de la ciudad de Palestrina, muy cerca de Roma, a donde fue trasladado a comienzos del siglo XVII (Paisaje del Nilo).
Cuando los romanos conquistaron Grecia y Asia en el siglo II, los mosaicos eran algo común en todo el mundo de habla griega, desde allí paso a Roma iniciándose un género al que los romanos dieron un gran impulso, haciendo de él una especialidad artística propia.
Los mosaicos más antiguos de Italia son los que nos han llegado desde Pompeya, que constituyen una magnifica fuente para el estudio del mosaico. En esta ciudad encontramos un gran tesoro arqueológico que nos muestra la vida cotidiana interrumpida por la dramática erupción del Vesubio en agosto del año 79 d. C.
La técnica más utilizada por los romanos fue la conocida como opus tessellatum (piedra, vidrio, cerámica).
El mayor desarrollo del mosaico tuvo lugar en esta época y, con su expansión, aumentó la demanda de ornamentación para suelos, lo que popularizó el uso de este arte decorativo. No exageramos cuando afirmamos que no hubo casa o villa sin, al menos, un mosaico.
Las conquistas, el comercio y la religión hacen crecer a los imperios a lo largo de la historia, incrementando la demanda de mosaicos. También los artesanos viajaban y aprendían nuevas técnicas, que fueron enriqueciendo las posibilidades de un arte que se extendía por todos los rincones del mundo conocido.
Llegamos al Imperio Bizantino (siglo IV), donde el mosaico se convirtió en una manifestación artística muy especializada. Las Iglesias comienzan a recubrir sus paredes con magníficos ejemplares. Importantes son los mosaicos de San Vital (Ravena) del siglo VI, que constituye la Edad de Oro del Imperio Bizantino. En ellos, sobre fondos planos, se nos presentan figuras bidimensionales marcadas por el hieratismo, la frontalidad y la isocefalia.
El arte del mosaico sería practicado por culturas tan diversas como la islámica o la azteca, en esta última empleando piedras preciosas para crear dibujos cubriendo objetos ceremoniales. El Renacimiento europeo recuperaría también el mosaico, en diálogo con el arte de la pintura.
A principios del siglo XX los mosaicos recuperaron su popularidad, fruto de un creciente interés por las artes decorativas.
El Art Nouveau (Modernismo) utilizó los mosaicos como forma elevada de decoración y, tanto artistas como arquitectos, los integraron en sus obras. El arquitecto catalán Antonio Gaudí cubrió edificios de mosaico, abriendo camino a muchos otros musivarios. La técnica favorita en esta época de la historia es el trencadís (término de la lengua catalana que podría traducirse como troceado o “picadillo”) un tipo de aplicación ornamental del mosaico a partir de fragmentos cerámicos y vidrio unidos con argamasa.
Mosaicos Contemporáneos
* Palacio de Barbarigo (Venecia)
Los mosaicos que decoran la fachada de este palacio representan a Carlos V en el taller de Tiziano y a Enrique III en Murano. Ambos fueron realizados por la «Compañía Venecia y Murano», una empresa de cristalería y mosaicos, que en el s. XIX colaboró en la rehabilitación de este palacio del s. XVI.
El mosaico del ábside, diseñado por Luc-Olivier Merson (1922), es uno de los más grandes del mundo. Representa a Cristo en Majestad y El Sagrado Corazón adorado por la Virgen María, Juana de Arco y San Miguel Arcángel.
Colocado bajo el pontificado de Juan Pablo II, se inspira en la pintura del siglo XV, Madonna della colonna que procedía de la basílica constantiniana (Talleres de Mosaico del Vaticano bajo la dirección de Virgilio Cassio)
El polifacético pintor, ceramista y escultor italo-argentino Lucio Fontana (1899-1968), fue un infatigable explorador de numerosas técnicas y materiales. Así combina la escultura con el mosaico en obras donde los dorados adquirían un destacado protagonismo.
Sobre un diseño de Roy Lichtenstein, esta escultura recubierta de mosaico se encuentra entre el Barrio de la La Barceloneta y el Port Vell de Barcelona y fue encargada con motivo de la celebración de los Juegos Olímpicos. La realización corrió a cargo del escultor Diego Delgado.
Realizada por Marc Chagall (1887-1985), este mosaico de vitrales utiliza unos 250 colores, e incluye figuras de pájaros, peces, pequeños animales, flores y enamorados. Chagall estuvo conectado con varias de las vanguardias del siglo XX.
El muralista Diego Rivera (1886-1957) realizó el mosaico de Quetzalcóatl en su casa en Acapulco, la Exekatlkalli (Casa de los Vientos) entre 1956 y 1957. Rememorando al dios perteneciente a la cultura azteca, Quetzalcóatl se compone de quetzal, que proviene de la palabra «quetzalli» (hermoso) y cóatl, que significa «serpiente».
Santiago Padrós dejó una extensa obra en dibujos y pinturas con un gran predominio de temas religiosos, destacando su faceta mosaiquista. Pero su obra de mayor envergadura (40m de diámetro por 42m de alto) es sin duda alguna el mosaico de la Cúpula del Valle de los Caídos situado en San Lorenzo de El Escorial, cerca de Madrid (1951-1955).
El Puente del Dragón sobre el río Guadaira se realizó bajo la dirección de los ingenieros José Luis Manzanares e Íñigo Barahona. Se utilizó la técnica del trencandís para su decoración y es uno de los pocos puentes figurativos de Europa.